Cuando se contacta por primera vez con la Medicina (Ayahuasca), es común que las primeras experiencias sean colmadas de alegría, amor y luminosidad. Es decir, la Madre Planta nos recuerda el amor primal en su estado naciente; la metáfora es como un bebé que está por primera vez en los brazos amorosos de quien lo cuida.  Este tipo de experiencias tan bellas son dichosas e inefables que inspiran compartir la medicina con los que amamos.

Sin embargo, el proceso de la Ayahuasca sigue el ritmo de la naturaleza. Siempre cambiante, nunca estático. Así de pronto, en algún momento, se aleja de la experiencia numinosa y se adentra a la densidad de la sombra. Las visiones luminosas y amorosas se tornan ominosas que pueden generar una aversión a la medicina. Durante el tránsito de la sombra se perciben como verdaderos los más profundos miedos con una ansiedad de perder lo que amamos. Por ende surge una nueva melancolía, en la que se anhela el amor, la paz y la armonía.
Estos procesos son conocidos en el conocimiento mistagógico, entre otros nombres, como la “Noche Oscura” o “Nube del Desconocimiento”. 

Esta Noche Oscura es la encrucijada fundamental en el proceso interno. No es ajeno a ninguna vía mística, por el contrario, es un pasaje obligatorio para la expansión de los límites internos. Es el momento central de toda iniciación que se presenta en un lenguaje simbólico y mitológico el reflejo de uno mismo, se experimenta la propia muerte y su consiguiente vuelta al mundo de los vivos, pero en un retorno de un ser renovado, con un nuevo conocimiento. 
Es la puerta que se ha buscado, pero su paso tiene el precio de soltar los apegos y fijaciones perceptuales; así con la guía y claves adecuadas se tendrá la oportunidad de aprovechar este tipo de exploraciones para generar las causas de un cambio real y verdadero.

No obstante, el otro filo de no emprender este viaje a lo desconocido; o si se toma la experiencia de la Noche Oscura con el mismo apego y valor de aquellas experiencias numinosas y amorosas pueden conducir al autoengaño, a la creencia de que las visiones son verdaderas, a la pérdida del sentido y confianza en uno mismo, en la Madre Planta, y por ende a una desviación o renuncia del camino.

Los exploradores que se mantienen en estos tránsitos, guiados por su brújula interna y confiando en que sólo se trata de un estado transitorio, tienen la oportunidad de aprovechar la luz y sabiduría que está en la sombra. Estas experiencias se valoran como las más preciadas que permanecen en la pisque; ya que son las que convocan a tomar la vida presente, con una nueva comprensión de la transitoriedad e impermanencia de todo, en el aquí y ahora.

Rigzin Ro